Os presento a mi amiga Lana. Una perra a la que iban a sacrificar, que no era sociable, mordía a todos por el estrés que sufría y que, después de algo de trabajo y mucho amor, ahora vive feliz con su nueva familia.
Su caso, lamentablemente uno de tantos, hizo que Fernando quisiera dar un paso más en la acogida de perros con problemas, para contribuir a su sociabilización. Tras dos meses de visitar a Lana en la perrera, logró llevarla a su casa y, así, comenzó una aventura que ha terminado con su feliz adopción en otro hogar.
Fernando es uno de los voluntarios que trabaja desde hace un par de años con la protectora Zarpa en Zaragoza, a la que yo tengo un cariño especial. Por si no lo sabéis, mi hermano gatuno Yoshi fue rescatado por ellos y, con dos meses, llegó a nuestras vidas para revolucionarlas.
En Zarpa rescatan cada año a un centenar de perros y a la práctica totalidad de ellos les encuentran un hogar. También auxilian a unos 70 gatos y los convencen para que se animen a adoptar a humanos y comenzar la reconquista del mundo.
En estos momentos, unos 50 perretes buscan su hogar definitivo, así como otros tantos gatos. Algunos tienen suerte y, mientras esperan su final feliz, pueden compartir sus días con otras familias en casas de acogida.
Por eso, queridos humanos, es importante que si amáis a los peludos les ofrezcáis la oportunidad de permanecer en vuestras casas hasta que encuentren su lugar, para ayudar a las protectoras a seguir rescatando.
Pero regresemos a Fernando. Su aventura como casa de acogida de perros se inició hace dos años con Loki, un lokito extraordinariamente bueno. Al principio, Fernando se decantó por ofrecer su casa para estancias de perros que acababan de ser operados y que necesitaban un sitio donde recuperarse.
La experiencia le gustó y, pronto, pasó a acoger “de manera indefinida”. Con Lana aprendió lo nobles que somos los animales y descubrió, apenado, la realidad del abandono y cómo algo de ayuda y trabajo puede cambiar una vida.
Se ha especializado en casos difíciles, en perros con problemas de sociabilización, que llegan con muchos miedos tras haber pasado por muy malas experiencias. El cariño y el tiempo todo lo curan.
«Ser una casa de acogida es saber que es algo temporal, aunque siempre entran ganas de quedarte a los animales que acoges, pero así ayudas a muchos más», subraya Fernando, al advertir de que, además, encontrar casas de acogida para perros es más complicado que en el caso de los gatos, ya que ellos necesitan salir a la calle y una mayor dedicación y ya sabéis que nosotros, los felinos, somos mucho más independientes y apañados.
Asimismo, en algunos casos las casas de acogida piensan que serán estancias cortas, de uno o dos meses, pero no siempre es así, dado que mis queridos amigos perrunos tienen que estar preparados y buscarles una familia adecuada. La estancia media, de hecho, es de unos cuatro o cinco meses.
En casa de Fernando, los animales que llegan en acogida se encuentran también con la compañía de dos perros, tres gatos e, incluso, algunas gallinas, que les ayudan a superar sus miedos y a relacionarse con normalidad con otros animales. No se cómo me llevaría yo con los perros, pero lo de las gallinas sí que no lo veo nada claro…
Fernando ha ayudado a 39 perros a los que ha tenido en acogida para que superaran sus traumas. Ha subrayado que Zarpa recoge a todo tipo de animales, casos difíciles e incluso perros con graves problemas de sociabilización y a aquellos que van a ser sacrificados. Una labor digna de elogio, porque todos merecemos una segunda oportunidad y disfrutar del amor en la vida. Y, en todos los casos, del placer de robarles los sofás a nuestros humanos.