Es un placer ver a los zarposos tan a gusto con sus familias humanas.
Ana y su hijo Mateo han adoptado a Luna, y ella es feliz como solo un gato sabe serlo. Se lleva muy bien con su otro compañero felino de la casa, y está al acecho para jugar con él.
Gracias a Ana y Mateo, la vida de Luna pasa entre juegos, mimos y siestas.
¡Mil gracias, chicos, por hacer que Luna sea así de feliz!