Ayer la pequeña Duna nos dejó.
Estaba ya tan bonita y empezaba a jugar a ratitos, que solo pensábamos en que pronto llegaría el momento de buscarle una familia.
Por desgracia, las cosas no siempre son como nos gustaría y se marchó de forma repentina e inesperada.
Tuvo la suerte de estar en una casa de acogida excepcional, nuestra queridísima Adela, por lo que se ha ido cargadita de amor y cuidados.
¡Descansa en paz pequeña!