Cuando Teresa vio a Shiba por primera vez, supo que quería compartir su vida con ella para siempre.
Siguió su evolución minuto a minuto después del atropello. Cuando su patita estuvo recuperada y lista para ser adoptada, Teresa no dudo en darle un hogar.
Ahora Shiba tiene una familia que la quiere y la mima, tanto humana como perruna, pues tiene otros dos hermanos de cuatro patas.
¡Sed muy felices!. Os lo merecéis.